martes, 8 de septiembre de 2009

Distintas miradas hacia la cultura

Por Natalia Aguerre

En España la actuación pública en el ámbito de la cultura está expresamente prevista en la Constitución, de forma que el Estado cumple un rol esencial en la promoción y tutela del acceso de todos a la cultura. Para la importante pluralidad de agentes con competencias concurrentes en el ámbito cultural, especialmente en el ámbito de las Bellas Artes, el Estado actúa como dinamizador facilitando y fomentando sus actividades.

La financiación, el patrocinio y el mecenazgo constituyen elementos centrales de la actuación administrativa española, basada siempre en el principio de cooperación institucional, pública y privada. Con esta estructura, el Estado pasa a ocupar un lugar de rector –dinamizador entre los distintos compartimentos de la sociedad, como por ejemplo: ONG´s, Fundaciones, empresas, instituciones, etc produciendo un accionar democrático, entre la comunidad, donde el fin último es el valor de la cultura.
Si comparamos con nuestro país podemos igualarnos con los españoles, ya que la legislación nacional se expide sobre casi todo, pero existen grandes lagunas existentes referidas a contenidos culturales de la educación formal, turismo cultural, patrocinio y mecenazgo
El texto del Primer Congreso Argentino de Cultura plantea aportes para la discusión y el análisis: “el estado actual de la legislación cultural argentina es rico en materia de derechos consagrados pero susceptible de un gran desarrollo y armonización. Este desarrollo (…) debe ser producto y causa de un trabajo conjunto de todos aquellos que nos dedicamos a la gestión cultural”
A diferencia de España, el conjunto de cambios y de profundas transformaciones en las esferas productivas, social y familiar no ha encontrado a los poderes públicos en su mejor momento. Los retos son nuevos y difíciles de abordar y las administraciones públicas no tienen la agilidad para dar respuestas adecuadas. El mercado se ha globalizado, pero el poder político sigue anclado.
La fragmentación institucional aumenta, el Estado cada vez esta perdiendo más peso hacia arriba, en instituciones supraestatales; hacia abajo en procesos de descentralización; y hacia los lados con un gran incremento de paternalismos públicos –privados con gestión privada de servicios públicos y con proyección cada vez mayor de organizaciones sin ánimo de lucro presentes en el espacio público, pero sin horizontes comunes establecidos.